
Pulp Fiction
Habitamos un tiempo de toxicidad constante. Hemos creado vínculos que se sostienen en la violencia y el desprecio. Los acontecimientos son tantos y se suceden a una velocidad atroz que le hacen a una perder las esperanzas de que esto cambie pronto. Saqueo de las riquezas naturales, robo del poder adquisitivo, transferencia de recursos, muertes violentas, pobres contra más pobres, naturalización de la corrupción, tantos hechos que no alcanzan las hojas de este fanzine para describirlos.
Normalizamos que desde el máximo poder gubernamental se hable en rincones nacionales e internacionales con un desprecio feroz sobre la misma población que dicen representar. Mienten, amenazan, insultan y nada genera consecuencias ni sanciones.
¿Tan anestesiados estamos? ¿Por qué algunos hechos horrorizan más que otros? ¿Quién establece ésta indignación selectiva?
El presidente nos trató de cabezas de mierda, se puso en la cima de una estafa millonaria, arregló a periodistas, jueces y políticos pero no pasa nada. Creó el terreno fértil para lo peor de la condición humana. Soberbia, avaricia, lujuria, luchan por ver cuál aflora primero aunque todas están presentes en esta película de terror.
Las instituciones fueron creadas con el fin de cumplir una función en el ordenamiento y la convivencia social. Pero se han llenado de personas corrompidas que solo buscan su salvación individual, a quienes poco importa si es necesario que mueran 10, 100 o miles de personas si eso les sirve para incrementar su capital. Es verdad que tantos hechos y personajes corruptos a lo largo de nuestra historia han generado el descreimiento de la política como herramienta de transformación, pero no podemos entregarnos tan fácil. Resulta vital dar pelea porque somos el estado que vinieron a destruir. Por eso es importante encontrarnos, debemos reconocernos en la mirada de aquellos que aun sienten el dolor ajeno como propio. Que no aceptan la resignación como modo de vida. Que siendo jóvenes, adultos o ancianos aún creen en su país y luchan por él. Marzo es el mes para el encuentro y la reivindicación de ideales. Cuando las calles se colmen éste 8 y 24 hablemos con el que tengamos al lado, debatamos, busquemos puntos en común, creemos redes que nos permitan contenernos ante tanta aberración imperante. Porque cuando todo esto acabe habrá que arremangarse y reconstruir las bases para un país justo y soberano, y para eso necesitamos recordar con quienes sí y con quienes ya, nunca más.