
Perderemos
Un día vamos a perder.
Vamos a perder cuando nos levantemos y no tengamos con quien compartir un mate, aunque sea compartirlos con los pensamientos más introspectivos, o con los recuerdos más insólitos, esos que vienen a la mente por una asociación libre que dejamos a capricho al subconsciente.
Vamos a perder cuando no nos acordemos que extrañamos a alguien, pensando en mandarle un mensaje para encontrarnos, o directamente caerle, aunque no nos espere.
Vamos a perder, cuando no reconozcamos a quienes nos importen, ya sea porque los amamos, o porque los respetamos en cualquiera de sus formas, y diferenciemos claramente a esta gente de los miles, millones de hijos de puta que hay en el mundo, y que no solo tenemos la responsabilidad de señalar, sino también de combatir.
Vamos a perder cuando nos dejen de sorprender, alegrar, enternecer, emocionar, conmover, cosas tan simples como una canción, una escena de una comedia tonta, un gol en un partido complicado, un chiquito que te sonríe en el bondi cuando volvemos cansados de laburar.
Vamos a perder cuando no encontremos compañeros, compañeras, en los pequeños encuentros en los que las almas se acercan, como compartir una cerveza, una tarde de pileta, un paseo por el río, una movilización contra cualquier expresión del neofascismo, una actividad artística, la que sea.
Vamos a perder cuando las palabras no sirvan para acercarnos, ya sea acercarnos quienes nos rodean hoy, o a los lugares en los que fuimos felices, sin nostalgias, pero con las raíces firmes, los pies en el barrio y el grito en el cielo.
Vamos a perder, inexorablemente, cuando todo nos dé lo mismo, cuando nos declaremos apolíticos, cuando ocuparse del hambre de un pibe importe menos que la humanización de una mascota, y nos resignemos a la deshumanización de la gente, y las posesiones materiales sean símbolo de algo más que lo que finalmente son, posesiones materiales.
Por todo esto, y algunas cosas más que difícilmente y muy a nuestro pesar no cambien jamás, predigo que vamos a perder, así que busquemos rodearnos bien de acá hasta el final, porque como sabiamente dijo el Negro Dolina “Más vale compartir la derrota con amigos, que la victoria con extraños o indeseables”