
Amar, soñar, pensar y escribir
La muerte siempre ha sido parte de mis reflexiones y escritos por ser parte inexorable de la existencia. Más aún en este mes, atrapado entre el dolor por los fallecimientos de mi viejo y de mi hermano. Aun así, me gusta compartir esta publicación porque me recuerda que todavía estoy entre los vivos para amar, soñar, pensar y escribir. Escrito hace varios años: Hace unos días Guillermina soñó que yo moría, de un ataque al corazón o algo así. Los sueños suelen ser confusos, a veces ridículos y contradictorios. Pero muy realistas cuando se están produciendo, tanto que muchas veces quedamos convencidos de ellos hasta que la razón nos dice: "ojo, eso no es posible o no tiene lógica". Mi hija lloró cuando se lo contó a su madre. Es natural. Perder a los padres es de esos golpes de la vida que duelen para siempre. Y aunque yo aún vivo para escribir estas reflexiones, la sensibilidad de mi hija provocó sus lágrimas con solo pensar en ese hecho que nos advierte que no somos inmortales, por lo menos en el aspecto físico terrenal. ¿Fue ese sueño una señal o mensaje del inevitable destino que a todos nos llega? Quizás. Y hoy, seguramente por pensar en el sueño de mi hija y por estar "trabajando" mentalmente un relato donde la muerte, como en la mayoría de mis escritos, vuelve a ser eje y disparador de historias, soñé con mi viejo. Ya no recuerdo los detalles de ese sueño que también fue muy realista, pero lo noté can- sado o triste y mientras me hablaba estoy casi seguro que lo mencionó a su hermano Luis. No voy a profundizar tratando de explicar o entender los sueños. Lo cierto es que todos, más tarde o más temprano, nos volveremos a encontrar.